Colección virtual

COLECCIÓN VIRTUAL DE CERÁMICA PREHISPÁNICA DE PANAMÁ

Nuestra cultura actual es el resultado de la evolución de más de 11,500 años de ocupación humana en el istmo, la cual fue fundada por estos primeros pobladores y como resultado de su interacción con otros grupos, cuyo eje de convergencia fue el territorio que hoy conocemos como Panamá. Más del 90% de nuestra historia abarca desde esos primeros pobladores hasta la llegada de los españoles al istmo en el año 1501. Su cultura material es extensa, y uno de los artefactos más abundantes localizados en el registro arqueológico lo constituyen las vasijas de cerámica.

Cobre Panamá, conjuntamente con el Ministerio de Cultura, ponen a tu alcance esta Colección Virtual de Cerámica Prehispánica perteneciente a las tres regiones culturales del país, así como del Caribe Central panameño, a través de las piezas cerámicas recuperadas durante las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en el marco del proyecto Cobre Panamá. Algunas de estas vasijas cerámicas forman parte de la colección que alberga el Museo Antropológico Reina Torres de Araúz (M.A.R.T.A.). También, en formato 3D, se exponen piezas cerámicas del Caribe Central panameño, reconstruidas a partir de fragmentos recuperados durante las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en el marco del proyecto Cobre Panamá. Por medio de esta colección de referencia podrás conocer los atributos estilísticos, contextos e información general de cada estilo cerámico confeccionado por los antiguos habitantes de Panamá durante el periodo prehispánico. Te invitamos a sumergirte en el pasado prehispánico de Panamá y descubrir de la mano de la tecnología cómo fueron esas culturas. El conocimiento de nuestro pasado prehispánico se encuentra a tu alcance.

REGIONES CULTURALES DE PANAMÁ

Las evidencias arqueológicas han demostrado que alrededor del primer milenio a.C., es decir, hace unos 3000 años, comenzaron a establecerse las primeras aldeas en el istmo, y con ello, inició una paulatina división social y cultural de la población autóctona de este territorio.


Este proceso de separación dio lugar a tres distintas regiones culturales o esferas de interacción en el Istmo, ya diferenciables al menos para esta época. Dichas esferas estuvieron caracterizadas por la existencia de redes culturales, políticas y económicas, alrededor de epicentros. Por lo tanto, y basados en la diferenciación reflejada a través de la cultura material de estos habitantes, los arqueólogos propusieron tres áreas culturales para el periodo prehispánico del istmo de Panamá: Gran Chiriquí, Gran Coclé y Gran Darién, respectivamente. Los linderos geográficos de cada esfera fluctuaron a través del tiempo según cambiaban las relaciones entre el epicentro y las áreas periféricas, y transcendían las actuales fronteras de Panamá, tanto al norte (abarcando el sur de Costa Rica) como al sur (cubriendo el norte de Colombia).


Una de las regiones menos estudiadas desde el punto de vista arqueológico lo constituye el Caribe Central panameño. No obstante, investigaciones llevadas a cabo en el marco del proyecto Cobre Panamá han aportado importantes datos en torno al modo de vida de los antiguos habitantes de esta zona durante el periodo prehispánico.

Cobre Panamá

ARQUEOLOGÍA EN COBRE PANAMÁ

Hace unos años, el Caribe Central panameño tenía escritas pocas páginas sobre su historia prehispánica. Sin embargo, desde hace más de una década, las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en el marco del proyecto Cobre Panamá han contribuido de manera significativa al conocimiento de los antiguos habitantes del Caribe Central panameño, una zona poca estudiada desde el punto de vista arqueológico. Esta región selvática que significó un reto adaptativo para sus pobladores también ha sido un desafío para los especialistas, debido a que antes del proyecto Cobre Panamá era un área de difícil acceso, y con exiguas investigaciones. Aunado a ello, sus intensas lluvias y suelos arcillosos extremadamente ácidos crean condiciones adversas para la conservación del material arqueológico, incluyendo la cerámica, lo cual ha dificultado el estudio de los estilos cerámicos propios de esta zona.

En esta sección se muestra parte de la cerámica originaria de los llanos del Pacífico Central localizada en el Caribe (Monagrillo 3600 a.C., Rojo sobre Crema 550-1000 d.C., Mendoza 1400-1600 d.C.) demostrando los longevos lazos entre ambas regiones, así como los estilos cerámicos oriundos del Caribe Central (cerámica Limón y Donoso 1290-1640 d.C.), localizados en el proyecto. Utilizando estos datos, la fotogrametría y el modelado 3D, hemos podido reconstruir modelos tridimensionales de estas piezas a partir de fragmentos recuperados en las excavaciones realizadas por el equipo de Cobre Panamá. Estas modernas herramientas nos han permitido brindarles una idea bastante clara de las formas y texturas de los estilos cerámicos propios del Caribe Central registrados en las investigaciones realizadas durante la fase de operación dentro del marco del proyecto.

GRAN CHIRIQUÍ

La región cultural del Gran Chiriquí posee una cerámica que presenta una distribución geográfica que trasciende los límites actuales de nuestro país, abarcando desde la provincia de Veraguas hasta el sureste de Costa Rica. Su cerámica está caracteriza por una amplia gama de formas y diseños, cuya clasificación se basa principalmente en sus atributos estilísticos (decorativos). Sus estilos cerámicos parecen estar supeditados por las barreras geográficas que conforman esta región cultural, y se extienden desde el año 300 a.C. con la cerámica escarificada, la cual cubre un extenso espectro geográfico, y que a su vez es reemplazada por cerámica perteneciente a la Fase Burica, restringida principalmente a las islas, como el Golfo de Chiriquí o a la región del Diquis en Costa Rica, ubicada cronológicamente entre los años 300-800 d.C. De esta manera, la cerámica Burica es sustituida subsecuentemente por la Fase San Lorenzo (800-1100 d.C.) asociada a las tierras bajas, y representada por una decoración consistente en una pintura roja lineal; con esta cerámica existe un aislamiento de Costa Rica y una marcada divergencia con las provincias centrales. Durante la siguiente Fase Chiriquí (1100 d.C. hasta el periodo del contacto) hay una mayor variedad de formas representadas en los estilos cerámicos: bizcocho, negativo, lagarto y los trípodes con patas huecas en forma de pez, denominados pisciformes, cuyos estilos se mantienen prácticamente hasta poco después de la llegada de los europeos a estas tierras.

GRAN COCLÉ

La región cultural del Gran Coclé comprende básicamente las provincias centrales del país. Esta área cultural abarca una larga tradición cerámica desde el año 3600 a.C. con la cerámica Monagrillo, la más antigua del istmo, hasta principios el siglo XVII, es decir, un poco más allá del contacto con los europeos. Constituye la región cultural mejor estudiada del país, y su cerámica presenta una predilección por la decoración pintada, demostrando exquisitos acabados y un alto grado de especialización de sus artesanos. La decoración tricroma (tres colores) aparece alrededor del año 250 a.C. con el estilo La Mula, posteriormente el famoso color morado, empleado ampliamente en la decoración de la cerámica de esta región, comienza a surgir entre la transición del estilo cerámico Cubitá (550 d.C.) con el subsecuente estilo Conte (750 d.C.). Durante este periodo se intensifican los contactos entre esta región y el Gran Darién, principalmente por vía marítima a través del Océano Pacífico.

Muchas de las expresiones decorativas de los estilos cerámicos de esta área estaban representadas por su entorno y sus posibles creencias. Esto se ve reflejado en la amplia gama de animales consignados en esta cerámica, así como el uso de algunos personajes recurrentes en la iconografía cerámica de esta región. Tal es el caso de una figura que surge como un personaje principal en el estilo Conte, el cual se representa como una imagen humanoide con algunas garras pequeñas en las manos y pies, mismo que evolucionó en el estilo posterior (Macaracas), y se convirtió en una especie de saurio-humanoide con saturación de imágenes en sus diseños. Posteriormente la decoración pintada se vuelve menos barroca y más minimalista, con diseños geométricos y estilizados. Es probable que estos cambios temáticos y estilísticos no sólo reflejen la identidad cultural y los límites geográficos de algunas zonas dentro de esta región cultural, sino las transformaciones de sus sistemas sociopolíticos.

GRAN DARIÉN

Esta es la región cultural menos estudiada del país y como consecuencia de ello, aún existen muchos vacíos en la información durante el periodo prehispánico. Sin embargo, es innegable que se trata de una zona cultural que comparte una misma tradición semiótica, distinguible de las otras dos regiones culturales. No obstante, alrededor del año 550 d.C. se registra una intensificación en los contactos con la región del Gran Coclé, posiblemente realizados a través de incursiones marítimas por el Océano Pacífico. Sus límites abarcaron más allá de las fronteras actuales del país, llegando hasta la parte norte de Colombia.

La cerámica del Gran Darién se caracteriza por ser poco decorada con escasa presencia de pintura, a excepción de algunos casos en donde se emplea un engobe rojo para cubrir parte o toda la pieza. Son predominantes las vasijas de cuerpos lisos, formas globulares, bases redondeadas y ausencia del cuello, combinándolas en algunos casos con decoración modelada e incisa como alternativa de expresión plástica, y en algunos ejemplares se observan los estampados de conchas en los bordes, posiblemente de concha del género Anadara.

¿CÓMO LOGRAMOS DIGITALIZAR ESTA COLECCIÓN PRECOLOMBINA?

Para que pudieras conocer cómo eran las culturas prehispánicas del istmo y ver algunas de las vasijas cerámicas que utilizaban hace miles de años, se realizaron cientos de fotografías alrededor de cada pieza de cerámica original en condiciones de luz controlada; se utilizaron escalas para determinar sus dimensiones y colores lo más parecidas a la realidad. A continuación, las imágenes se procesaron mediante un software de fotogrametría que permitió generar nubes de puntos, lo que resultó en mallas tridimensionales con texturas en alta resolución. Después se optimizaron los resultados para reducir su tamaño, se anexó la información existente a modo de ficha y se publicaron en la aplicación web desde donde es posible visualizar las piezas en 360°.

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